La tensión se respira en el ambiente latino de North Philadelphia. Un supermercado, refugio y punto de encuentro para la comunidad, se convierte en reflejo del miedo que se vive ante la posible presencia del ICE (Immigration and Customs Enforcement).
Rafael, gerente dominicano del establecimiento, y Josué, su supervisor puertorriqueño, observan con cautela una SUV negra estacionada en el aparcamiento. La escena les resulta familiar; sospechan que el ICE podría estar patrullando la zona.
La comunidad latina de Filadelfia, compuesta por dominicanos y puertorriqueños, se encuentra en alerta. Las redadas migratorias, intensificadas desde la llegada de la current administration, han generado un clima de temor constante. La incertidumbre no solo afecta a los indocumentados; también los puertorriqueños, ciudadanos estadounidenses, se ven alcanzados por el miedo.
La situación impacta la vida cotidiana y la economía de barrios como Kensington y Fairhill, donde residen miles de dominicanos y puertorriqueños. La comunidad dominicana, al igual que la puertorriqueña, vive en constante tensión. Los negocios, como el supermercado y el restaurante Boricua Restaurant, se convierten en escenarios de esta realidad. El incidente ocurrido en el restaurante, donde agentes del ICE intentaron ingresar sin una orden judicial, es un claro ejemplo de la tensión que se vive.
A pesar de la amenaza constante del ICE y las políticas de deportación, la comunidad latina de Filadelfia se mantiene unida, resistiendo el miedo y luchando por su derecho a una vida digna. La comunidad se enfrenta a un dilema: proteger a sus miembros o enfrentar represalias. La situación es compleja y genera gran incertidumbre.